... y en todos ellos seré a cada instante parte de ti, como tu lo eres de mi... seré compañero, amigo, amante, apoyo, confidente, sumiso... desde el respeto, el afecto y el cariño, y desde todas y cada una de las expresiones de nuestra pasión.

domingo, 20 de diciembre de 2009

aprendo

Aprendo, cada día aprendo a ser suyo, un poco más, un poquito. Cada día aprendo a subir un peldaño más en el deseo de mi propia entrega. Cada día turba un poco más las simientes de mi voluntad que se entrega a ella. Cada día anhelo alcanzar la perfección en mi sumisión hacia su persona… Pero aprendo, querida amiga, porqué ella y solo ella, sabe estimular la pasión que llevo dentro. Ella y sólo ella, sabe sacar todo lo que siento y quiero poder darle, aun sin saber yo mismo todo lo que es. Me dejo llevar, me implico y me suelto. Sólo ella maneja los ritmos de mi deseo, de mi entrega, moldea mi esencia. Jamás le he dicho que hacer, lo que debe sentir, querer o disponer… las reglas son claras, ella es mi Ama y mi universo gira entorno su deseo, su placer y su antojo. Y aprendo, aprendo de las pequeñas y de las grandes cosas, aprendo con mi castigo y aprendo con nuestro placer. Claro que es una forma de amar, una inmensa forma de amar, ofreciendo cuanto soy, lo que soy y lo que siento a mi Dueña y Señora. Y me gusta amar. Aprendo que mi mayor placer es el instante ese perturbador en el que me despoja de mi mismo, para hacerme suyo. Y mi mayor placer se dá cuando, vencida toda resistencia, anulado y doblegado cualquier resquicio de mi orgullo, Ella posee sin restriicción alguna mi mente y mi cuerpo. En ese momento me transporta al reino de sus sentidos y entonces yo vivo de ella, respiro por ella, me alimento de Ella, bebo de su interior. Y es que en ese momento no “juego”a darle mi entrega, porque en ese momento ella toma y se sirve a su voluntad de todo cuanto soy, de mi deseo y de lo que siento, y desde ese momento yo tan solo existo por y para ella.

jueves, 17 de diciembre de 2009

oscuridad y tacones 2 (la Otra mirada)

Me miro en el espejo y me gusto. Con cada prenda que me voy colocando me gusto más. Despacio, no han lugar las prisas. Voy subiendo las medias por mis piernas con cuidado, con mimo, ciñéndolas suavemente mientras avanzan por mi piel.
Hay alguien que me espera, sí, por eso voy despacio; es por supuesto con doble propósito, el de que el que espera me recree en su imaginación una mujer perfecta, y la de que efectivamente encuentre lo que imagina y más.
He dejado a mi sumiso en la otra estancia, sólo, arrodillado, desnudo, bueno no del todo, lleva mi collar, una venda en los ojos y mucho deseo.
El deseo de un hombre es una fuerza poderosa, cuando un hombre desea todos sus gestos tienen un claro objetivo, derribar las defensas de la mujer. El deseo nos halaga, nos manipula y nos estalla entre las manos antes de darnos cuenta si no sabemos como manejarlo. Pues bien amigo mio, paciencia, yo si sé cómo hacer con tu deseo, me lo vas a dar y yo lo voy a transformar, y te lo devolveré tan crecido, tan bello y majestuoso que será una bendición que perezcamos en él.
Ya estoy casi lista, por último me calzo mis zapatos, los zapatos de tacón de aguja que serán música mientras avance hacia él. Pasos cortos, pausados, sonoros y ya estoy a su lado y le observo.
Está en la misma posición que le dejé, el ligero temblor de su cuerpo acusa el cansancio de la postura. Lo siento amor pero es que estás tan hermoso así que aún dejo pasar unos segundos más en contemplarte. No voy a hablar mucho, no es necesario, sólo contaminaría este ambiente. Frases cortas, claras, palabras rotundas, ya sabes herramientas para que dejes fluir tu sumisión sin distracciones secundarias.
Sólo llevo unos instantes a tu lado y ya desde tu cuerpo ofrecido pretendes chantajearme con tu virilidad desbocada. Pues no está mal, me gusta hombre, pero tú y yo sabemos que eso no es suficiente, quiero mucho más, te quiero a tí, quiero vaciar tu cabeza de tí mismo y ocuparla con mi persona, que pierdas la noción de todas las cosas, del espacio y del tiempo, para que yo sóla reine en tu cuerpo y en tu mente. Así que de momento, guárdate las ganas, primero has de satisfacer las mías. Que tu frente toque el suelo ante mis pies, que me ofrezcas tu espalda, tu cuerpo así humillado ante mí para que le despoje de todo egoísmo. Te darás a mí porque soy Tu Ama, tú así lo quisiste, todo es poco para mí, te quiero rendido, que tu deseo se transforme en la complacencia más absoluta. Vete rebuscando cielo la cajita de las endorfinas que ahora voy a por tu dolor, que también es mío.
Sujeto tu correa con una mano y la fusta con la otra, mi pie descansa en tu espalda y voy descargando golpes bien medidos, para que con cada uno vayas dejando caer los trocitos de orgullo que aún se aferran a tu ego inflado. No te equivoques corazón, me gusta quien eres y cómo eres, pero acuérdate, ya sabes que te dije que la llave de nuestro dormitorio es mía, la tengo yo, y cuando cierro la puerta, todo lo que hay dentro ya es mío, incluido tú.
Al décimo fustazo acerco mi pie a tu boca y cómo no, lames con avidez y desespero, vaya por dios...aún estas pensando en tí? Tiro de la correa para cerciorarme y efectivamente, allí sigue esa erección orgullosa y desafiante. NO y NO, concentrate en mí, primero tu Ama, no aprenderás a controlarte?
Voy por el látigo. Diez descargas más sobre tu cuerpo y otra vez pruebo...acerco tu cara a mí, respiras agitado, con toda intención coloco tu cara cerca de mi sexo para que captes y te embriagues de mi esencia . Sí amor sí, yo tambien estoy excitada, pero esta flor de nuestro deseo hoy no será una rosa ni un jazmin, ni un clavel, hoy construiremos una perfecta orquídea para los dos.
Hasta ahora fuí suave contigo, pero esto es así , tú ya lo sabes, entre más sumisión me regalas, más abonas mi naturaleza dominante que crece y crece y bebe de tus gemidos. Nos retroalimentamos amor y nos complementamos en este baile de seducción que hemos creado.
Sopeso la vara entre mis manos, es ligera , pero es un arma contundente, lo sé, por eso calculo la fuerza y la distancia justas para imprimir mi poder en tu cuerpo. Ahora sí te estremeces, a cada golpe vas olvidándote de tí mismo, te estás abandonando a mí, ahora sí que estás sintiendo con meridiana claridad que eres mío. Tu cuerpo es mío, tu mente es mía, tu temblor es mío, tu dolor, tus ganas de servir, todo eso y mucho más. Sólo yo importo ahora y sé que ese descubrimiento te hace feliz.
Ya te tengo ahí, donde quería, en esa línea frágil del sometimiento. Balbuceas, no te entiendo, acerco mi oido a tu boca para captar lo que dices..."Soy tuyo, Soy tuyo...", Ah vaya ¡¡¡ Acabáramos ¡¡¡ pienso yo y me sonrio, orgullosa de mi triunfo. Me hago unos pasos atrás para contemplarte de nuevo.
Ahora sí, ahora si que brillas amor, ahora sí que tu virilidad desnuda y entregada es mi bandera, eres un regalo para mis sentidos. Un regalo que aún respira agitado ,pero sé que estás tranquilo, la tranquilidad que te dá haberte rendido a mi voluntad, haber desarmado tu conciencia y saber como sabes que ahora me puedes amar con toda plenitud.
Prosigamos.... sólo hemos dado un primer paso en esta gloriosa senda.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Voy a estar en tu vida

Quiero estar en tu vida, en tus mismas entrañas, en tus pulmones cuando respiran aire, en tu boca cuando se llena de la mia, en tus labios que son de suave raso, en tu corazon para palpitar juntos por las ansias, los desesperos, las ilusiones y las emociones... Estoy en tu vida. Estas en la mia. Y siiii, quiero hacer el amor contigo, quiero llevar el collar y sentirme tuyo, quiero coger tu mano y pasear entre el mundo, quiero revolcarme en la hierba contigo, quiero oler el aroma del mar en el amanecer a tu lado.. quiero todas las cosas de la vida contigo.. y muchas, muchas mas, muchísimas más.

Oscuridad y tacones

Silencio.. oscuridad...nada, y sin embargo por dentro lo siento todo
Arrodillado justo en el centro de sala, las manos agarradas a los tobillos, erguido, en posición de ofrecimiento. Tan solo vestido con el collar al cuello y el tapaojos, que llena de oscuridad mi vista y da luz el resto de mis sentidos. No veo, no oigo nada... tan sólo siento. Espero y siento muy, muy adentro. Pasa el tiempo, hasta que de pronto los pasos tacón de aguja, llegan despacio. Giro la cabeza levemente en esa dirección, cerca, más cerca, más despacio, se detienen. Apenas respiro para no contaminar el silencio. Inmóvil… no sé exactamente donde está. Cerca, muy cerca, delante, al lado, detrás, intento descubrirlo por el perfume en el aire.
Silencio, oigo mi corazón y me sorprende mi propio suspiro, deseando que algo suceda. De nuevo los pasos, ahora justo a mi lado. Noto su mano suave en mi cabeza, empujándola hacia abajo hasta hacer reposar mi frente en el suelo y mi cuerpo se ofrece recogido e indefenso. Pasa más tiempo. Mi cuerpo espera en un leve temblor contenido. Ahora respiro más fuerte. Ella, por fin me habla y su voz, como se inyectara en mis venas y recorre todos rincones de mi cuerpo. Noto el tacón de su zapato sobre mi espalda, sólo gimo levemente. Nada ha empezado y ya sé que le pertenezco. Entonces siento el primer golpe, seco, duro, en mis nalgas, reconozco el tacto contundente de la fusta… uno, dos, tres… al tercero mi voz reacciona y agradece cada golpe hasta el décimo. Silencio, se para, solo noto su pie reposando sobre mi espalda, mi respiración es más agitada. Desciende el pie y se acerca a mis labios. Sin abandonar mi postura, beso su zapato, y mi lengua lo lame desesperadamente, me entrego. De nuevo su mano tira suavemente de mi cabeza hacia arriba, hasta devolverme a mi posición de ofrecimiento. Arrodillado.
Los pasos se alejan, me invade el sentir del ansia, del deseo, de la excitación, pero de nuevo el silencio, nada. Dentro de mi toda la pasión desvelada. Pasa un tiempo interminable, aunque son pocos minutos, y nuevamente los pasos se acercan. Ahora los busco, con un desespero que aun disimulo. No se paran, siguen y giran alrededor de mi. Me agito, los resigo lentamente con mi cabeza, cuando nuevamente su mano la baja hasta el suelo. La muevo levemente intentando besar el suelo. Mi voluntad cada vez le pertenece un poco más y sin palabras quiero que sepa cuanto necesito entregarme, beser sus pies, ofrecerme.
De nuevo nada, un silencio expectante que me devora, hasta que siento el látigo. Ahora reacciono, agradezco a mi Ama, desde el primer azote con susurros más quebrados, hasta el décimo latigazo. Se detiene. Mi boca, mis labios esperan entregarse a adorar sus pies, pero antes su mano me incorpora, con solo su contacto en mi cabeza. De nuevo arrodillado, gimo y mis labios abiertos dibujan mi entrega. Se acerca más, hasta hacer reposar mi cabeza en sus piernas, y las beso con suaves pellizcos de mis labios, que por un instante quedan pegados en cada punto de su piel, mientras ella acaricia mi cabeza, y puedo percibir su sonrisa silenciosa. Se retira lentamente y mi cuerpo vuelve a reposar sobre mis rodillas, cabizabajo.
Ahora si, mi respiración es agitación, mi cuerpo excitado en un sinfin de pasiones y deseos, se hace pequeño, ínfimo, sin sentido una vez ella se ha alejado y me entrega al silencio me rodea.
Ahora si, el tiempo se hace eterno. Mi mente fantasea con oír sus pasos. Nada. Mi mente aboca a mi cuerpo hacia un abismo de entrega absoluta.
Tras esa eternidad que hace crecer más aun el deseo, de nuevo los pasos, incorporo mi cuerpo, adelanto mi pecho y ofrezco mi sexo vistoso. Ella sabe que profundiza en su dominio, que el castigo y el deseo, me someten un poco más, fortalecen mi entrega, y mis labios entreabiertos, sin palabras, quieren expresarlo. De su mano conducido hasta el suelo, siento el dolor de la vara en mis nalgas. Arden hasta mis entrañas. Ahora si, mis gemidos, y mi cuerpo se retuercen a cada golpe. Espero diez, pero esta vez serán veinte, y la oigo sonreír al onceavo que me sorprende confiado. Con apenas susurros, la voz entrecortada, quiero suplicar y alcanzo a pronunciar “Mi, Ama”. Se detiene y pasa suave su mano por mis nalgas, satisfecha del relieve de los verdugones que han nacido. Entonces estallo con sinceros “Gracias, mi Ama” repetido cual rosario. Me sale de dentro, no planifico, nada, me dejo llevar y ella se apodera de todo mi deseo, de mi pasión y de mi entrega. Dentro tengo ese sentimiento de pertenecerle que no se como describir, pero que solo Ella sabe forjar lentamente, haciéndolo crecer hasta asumirlo como natural, liberado de convenciones, hasta saber lo que soy, pero sobre todo y por encima de todo saber a quien pertenezco.
En ese instante la realidad solo es una, el mundo real y autentico es este, todo cuanto siento y soy es por y para Ella y en ese momento, ninguna otra cosa existe. Todo mi deseo, mi voluntad, mi ser le pertenecen, mi único sentido es obedecer y servirla, fundirme para ser su propio deseo. Oigo mis palabras, que simplemente afloran de dentro, no las pienso, apenas las vocalizo, tan solo escucho mi voz modulando lo que siento, “Señora, soy suyo, cuanto soy, el hombre, el amante, la persona, que soy os pertenecen y no quiero ni puedo vivir de otro modo”.
Acalla mis palabras regalando sus pies a mi boca, a mis besos, a mis labios y a mi lengua, hasta que se aleja despacio. Me arrastro un poco hacia la estela del sonido de los pasos, hasta que su voz me hace parar, y la oigo alejarse. De nuevo silencio, pero ahora sollozo abiertamente, no puedo contenerlo, es como un llanto interior, que me reconforta. Me invade un gran desespero y ansia, mi mente y mi cuerpo, abandonados ahí en medio, pero al mismo tiempo un contradictorio relajamiento interior. Estoy a punto. Postrado, solo, la nada, el silencio, todo un amasijo de sensaciones y sentimientos profundos, nuevos, esenciales se apoderan de mi. Tiemblo y gozo. Día a día aprendo a entregarle todo, absolutamente todo cuanto soy, cada día me empeño en ser mejor, para orgulloso, entregarle todo cuanto merece.